Es el cambio de
siglo, Debussy tiene poco más de dos
meses de haberse casado con la modelo Marie-Rosalie
Texier “Lilly”, encontrándose en el pináculo de su fama.
1900 fue un año de
cosecha. En marzo estrena por fin su Tarantela
estirena, CD 77 y Las Canciones de Bilitis, CD 97; en junio, se presenta la famosa
exposición universal de París y fue contrastante el rotundo fracaso que Mahler tuvo al frente de la Orquesta
Filarmónica de Viena (el mejor director de orquesta del mundo con la mejor
orquesta del mundo), con el espectacular triunfo de Debussy, la estrella del momento, con su Cuarteto para Cuerdas, CD 91,
impresionando a todos con la nueva forma de escribir música de cámara… esta
presentación sería la plataforma para todos los siguientes compositores como el
soviético Dimitri Shostakovich e
incluso le abriría las puertas a la última composición de Ludwig Van Beethoven, La
Gran Fuga, Opus 133 & 134, con su Cuarteto para Cuerdas, Opus
130, los cuales el mismo autor diría que pasarían 50 años antes de que se
apreciara y le gustaría estar presente… pues fueron casi 100 años, después de
la “preparación” del público por Debussy.
Sería nada menos que Herbert von Karajan
quien lo intrepretaría magistralmente a los 150 años de su muerte. En DIC09,
escribí un poema al respecto: lo que sentía Beethoven cuando lo compusó.
En agosto, Debussy, Maurice Ravel, Ricardo Viñes
& Lucien Gaban se integran al
grupo de Los Apaches, organización
clandestina de “salvajes” cuyo objetivo era realizar protesta socio-cultural, vivían
la actividad taciturna parisina, teniendo como base al famoso Molino Rojo. De este
grupo saldrían propuestas como el tango y el rock acrobático, disciplinas que
se asentaron muy bien en Argentina.
Al cierre del año
presenta su tríptico sinfónico Nocturnos,
CD 98. A pesar de haberlo comenzado
en 1897, éste fue terminado en DIC99, para ser publicado en FEB00 y estrenado
“prematuramente” hasta DIC00, ya que se omitió el tercer movimiento. La obra
completa fue estrenada hasta FEB01.
Hasta este momento,
la obra de Debussy se ha basado en
poemas, pero llevando el mote pictórico de impresionista. Por fin, toma obras
impresionistas, pero en lugar de tomar alguna de sus compatriotas, Debussy selecciona una serie de pinturas
impresionistas del estadounidense James
McNeill Whistler, (gran amigo de Édouard
Manet y supuesto amante de Óscar
Wilde) las cuales llevan el mismo título y recuerdan la estancia del pintor
en Valparaíso, Chile, durante la guerra entre este país y España.
En 1892, toma el
tema y escribe algunos esbozos que pensaba intitular Tres escenas al crepúsculo; posteriormente, cambia de planes para
escribir Tres nocturnos para violín y
orquesta, en honor al compositor y violinista belga Eugene Ysäye (quien era el director de la orquesta filarmónica de
Bélgica). Finalmente, decide quitar el papel protagónico del violín y trocarlo
por un coro femenino, muy probablemente por la musa en turno, Lilly.
El tríptico consta
de tres movimientos:
1.
Nubes
2. Fiestas
3.
Sirenas
Su gran amigo, Maurice Ravel, arreglaría esta obra para
dos pianos. Es increíble que siendo un pianista excelso, su única composición
para dos pianos sea precisamente esta obra de Debussy.
En el primer
movimiento, Nubes, el autor intenta
retratar el reflejo de las nubes avanzando por el río Sena desde uno de sus
puentes. Este movimiento se divide en tres partes.
En la primera de
ellas, el tema principal lo llevan los clarinetes y fagotes, siendo en muchos
aspectos el típico estilo de Debussy.
Es casi exclusivamente quintas y terceras paralelas, entre las que oscila
suave, repetitivo y regular, dando así el carácter aire.
Después de cuatro
pasos, el primer tema es interrumpido por un trío increíble que desempeña el corno
inglés, lo que resulta en un acorde disonante acompañado por flautas y cornos.
Por su armonía e instrumentación, este modelo, que tiene un papel muy
importante a lo largo de la obra, es una reminiscencia de Wagner (el comienzo del Preludio
a Tristán e Isolda , donde Debussy muestra
su admiración por el compositor alemán).
Después de un breve
pasaje pianissimo, marcado por un
ligero temblor de los timbales, reaparece el tema principal, pero ahora en los violines,
seguido por el resto de las cuerdas.
A partir del compás
21, vuelve a aparecer el primer tema, está vez formado por sextos, donde el
corno inglés se superpone.
Del compás 29 al
42, toda la orquesta retoma el tema derivado del tema principal en una versión
más desarrollada y más variada que antes. A partir del compás 43, se empieza a
apagar la música (staccato de violas y cellos) donde todo parece morir
(destacándose el corno inglés nuevamente), dejando solamente a los violines con
suaves oscilaciones regulares y matizando al corno inglés terminando en un dulce
pianissimo.
La segunda parte no
marca un contraste deslumbrante con lo que la ha precedido, ni mucho menos.
Aunque la partitura indica que debe ser interpretado de una manera "un poco ocupado" con respecto a la
parte anterior, el ritmo muy constante y oscilatorio siempre evoca el
movimiento de las nubes. Sin embargo, en esta parte se incluye el arpa para
darle otro color a la orquesta. El tema inicia con la flauta y el arpa, pintando
un ambiente oriental.
La tercera parte es
mucho más corta que las anteriores, es la conclusión al retrato musical
de las Nubes. Se incluyen elementos
de las dos partes anteriores (sobre todo de la primera) terminando las cuerdas
en pizzicato.
La primera parte
incluye tres secciones. La primera sección da inicio fortissimo (en contraste con el movimiento anterior), con un
ensamble de flautas y violines. Posteriormente, el corno inglés y los
clarinetes dan forma a una alegre tarantela, con el apoyo de los cornos y las
trompetas que añaden color a la estampa. En el compás noveno, se da un silencio
que marca la entrada para las violas, celos y bajos con unos violines en pianissimo. Para el compás 11, las
flautas y los oboes retoman la tarantela. A la entrada de los fagots, el ritmo
se hace más intenso con un crescendo
en las maderas y las cuerdas. Cierra esta sección con los timbales en fortissimo.
La segunda sección
es da inicio con acordes sorprendentes de las arpas, con una notación de Debussy que indica Un poco más animado. Para el compás 30, la tarantela toma un nuevo
impulso con las flautas y los oboes, por su lado, los metales dan el fondo al
bosque.
La sección anterior
nos sorprendió con el arpa… ahora la sorpresa de la tercera sección es un nuevo
tema con un oboe. Para el compás 73, la intensidad va en aumento dando la
impresión de tener remolinos en el bosque. A partir del compás 83, se muestran
dos crescendos con sus decrescendos que van desde pianissimo hasta fortissimo para cerrar con un emocionante pizzicato con las
cuerdas.
La segunda parte
también consta de tres secciones. La primera sección aparenta un Re bemol mayor
(cuando menos en su notación), donde aparentemente, la fiesta fue cercenada por
el embate del tornado de la sección anterior. Son muy interesantes las entradas
en pizzicato de los cellos y bajos. El arpa y los timbales dan el fondo a la
escenografía del compositor. La indicación de Debussy habla por sí misma, un poco más cerca.
En la segunda
sección, el pizzicato se extiende a las maderas. Poco a poco se va dando el crescendo para preparar el escenario a
la tercera sección, la cual es una marcha que muestran los trombones, las tubas
y las maderas con un tema derivado de la tarantela, dando la apariencia de una
típica banda de metales.
La tercera parte
consta también de tres secciones, pero incluye un coda. La primera sección recupera la tarantela original de la
primera parte. La segunda sección inicia en el compás 212, repitiendo casi idénticamente
a la segunda sección de la primera parte, pero con mayor intensidad, mostrando
matices. La tercera sección resurge con un tema de tres notas, dos de los
cuales se convierten en apoyatura. Al
llegar la música a su éxtasis, se va marchitando poco a poco (aspecto común en
las canciones de Debussy). El final es un coda, iniciando con las cuerdas en
pizzicato. En el oboe se escucha una tierna balada que se arropa con las
flautas y fagots, mientras que los cellos y los bajos mantienen de fondo el
ritmo de la tarantela… para lentamente, todo irse apagando, como si fuésemos nosotros
quienes nos alejamos de la fiesta.
El último
movimiento, Sirenas, es
particularmente fascinante, Debussy
trata de dibujar el espíritu de la noche en el mar, con las olas golpeando
incesantes la playa, con una luna plateada, riendo ante el misterioso canto
sirenas.
Por fin, el coro
femenino hace presencia, integrado por ocho sopranos y ocho mezzo sopranos,
quienes cantan sin palabras (emulando el canto de sirenas), por lo tanto se
trata de una pieza instrumental.
Este movimiento
contiene cinco partes, donde interactúan dos temas principales. La primera
parte la inician el arpa, los cellos y los bajos con sonidos ligeramente
oscilantes que semejan un paisaje del mar. De manera tan temprana como el
segundo movimiento, entra el coro femenino, siguiendo la propuesta de los
primeros instrumentos: son sirenas que se dejan llevar por el contoneo del mar.
A partir de aquí, todos los instrumentos ingresan a la escena con un crescendo
paulatino, sin quitar el protagonismo a las cantantes pero manteniendo la
estructura pentatónica. En el compás 12, el corno inglés toma nuevamente el
protagonismo con un bello lamento de cinco notas cromáticas. Oboes, fagots y “sirenas”
siguen la propuesta del corno inglés, quien se escucha una y otra vez como
agitando el mar.
La segunda parte
inicia en el compás 26, basado en el canto de las sirenas, siendo seguidas por
los violines, corno inglés, flautas, clarinetes… las sirenas finalmente sedujeron
a la orquesta.
Para el compás 38,
las sirenas terminan de cantar, por lo que las maderas prosiguen tan sólo con
la compañía de las cuerdas en pizzicato. Posteriormente, el canto regresa, para
ser mitigado por las arpas en sus acordes.
En la tercera
parte, Debussy indica un poco más lento,. Se trata del inicio
del segundo tema, donde las sirenas interpretan una canto nuevo, acompañadas
por los cornos, clarinetes y violas. Por su lado el corno inglés retoma el
lamento inicial, pero aumentado.
Para el compás 72,
el autor indica animar sobre todo en la
expresión. De hecho, la “expresión” lleva toda la orquesta a una tormenta y
se intensifica hasta el clímax en el compás 75. Las sopranos son las tenedoras
de este canto, el cual elevan hasta notas muy agudas que continúan hasta el
compás 82, donde Debussy indica retenidas
con fuerza. El tempo se va alentando, los cantos de las sirenas y corno
inglés se van apagando, mientras la orquesta mantiene su forma ondulatoria
(como olas en el mar) hasta que en el compás 101, el canto de las sirenas
desaparece.
La cuarta parte
muestra un regreso gradual a la primera, donde violas cornos y arpa ejecutan en
pizzicato ante la imposición del
corno inglés y de los fagots, teniendo la primera canción sirenas como base en
el patrón de las ondas, acompañados por flautas y clarinetes. Sin embargo, dos compases
más adelante, las sirenas cantan su canción voluptuosa y seductora, por lo que
toda la orquesta las acompaña con mayor intensidad.
En el compás 111, las
trompetas reaparecen por el llamado fuerte de las mezzo sopranos, a quienes
siguen.
La quinta parte
inicia en el compás 119, donde las sirenas paran de cantar. El tema ondulatorio
reaparece, pero parece apagado y con tendencia a desvanecerse. Debussy indica más lento y la explotación hasta el final, el corno inglés es
el único que mantiene el lamento Para el compás 137, los violines se unen al
corno inglés, pero en pianissimo,
terminando la obra, semejando el amanecer de un nuevo día.
Nocturnos es una verdadera joya musical,
tal vez este escrito sea más largo que escuchar la obra misma, pero me quedan
cortas las palabras. La obra empieza muy bella –Nubes–, luego se torna alegre –Fiestas–,
para terminar espectacular –Sirenas–.
Tal vez se escuche
obvio decir que el registro de referencia es con el gran compositor francés Pierre Boulez… los siguientes dos muy
probablemente también pertenezcan a este gran maestro.
Saludos.
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