La isla de Jersey,
ubicada en el canal de la Mancha, trajo algo más que La isla feliz, CD 109 o
las futuras Gigas en Imágenes, CD 118. Su nueva musa, la cantante Emma Bardac, inspiraría lo que muchos consideramos como su magnus opus: La mar, CD 111.
Debussy evitó llamarle a La mar una sinfonía (que en su estructura
lo es) para denominarle tres boceto
sinfónicos para orquesta, pero mantiene el formato sinfónico a lo largo de
la obra.
La
mar se compone
de tres movimientos:
1.
Desde el amanecer hasta el
mediodía en el mar
2. Juegos
de olas
3.
Diálogo entre el viento y el mar
El primero de los
movimientos está indicado en un tiempo muy
lento, pero eso no le quita la fuerza al movimiento. A pesar de que la
propuesta de composición atonal (de la cual Debussy
era responsable) estaba a punto de florecer, la obra dista mucho de serlo, por
lo que el primer movimiento está escrito en Si menor. Este movimiento evoca el
poderoso despertar del mar al despuntar del alba y cómo el sol provee color y
vida a sus olas hasta que se levanta majestuoso al mediodía, en uno de los
pasajes sonoros más impactantes de toda la historia de la música.
Erik Saite comentó
de este movimiento que el bosquejo que más admiraba es el que ocurre a las
10:54 AM.
El movimiento
empieza con una fanfarria muy discreta (el amanecer), donde las dos arpas
llevan el tema, arropadas por los timbales. Durante los primeros cinco compases,
la métrica está dada en 6/4. Las cuerdas se van incorporando en forma escalonada,
primeramente los bajos, luego los cellos y finalmente las violas; todos en una
indicación de pianissimo. Para el
sexto compás, la escritura cambia a 4/4, hasta el compás 18; a lo largo se
torna de crescendo a decrescendo en cuatro ocasiones, sin dejar el pianissimo, semejando los primeros rayos
del sol reflejados por las olas, la indicación expresivo y sostenido del compás 12 muestra la intención del autor.
En el compás 19, se
regresa a 6/4, con una indicación de Debussy,
quien solicita estar animado poco a poco
hasta la entrada de 6/8, por lo que se muestra un continuo crescendo hasta
el cambio de ritmo que ocurre en el compás 27, el cual es ahora indicado como moderado sin ser lento. El contraste es
grande, ya que el compás 27 entran los violines en forte, al igual que las violas, pero en pizzicato. Para el compás
28, se regresa la indicación a piano,
pero con los cellos acompañando. Flautas y clarinete toman el tema principal
para ser trucado por los cornos a los dos compases, siendo arropadas todo el
tiempo por las arpas y las cuerdas.
Para el compás 40,
se presenta un solo de oboe (manteniendo a las arpas y cuerdas como fondo),
cambiando la indicación a expresivo
solamente. Lo siguen los fagots y dos compases después los clarinetes… para ser
“robado” el tema por una de las flautas en el compás 44. Para el compás 48, el
compositor solicita ser un poco animado
con la participación de todos, cambiando la indicación en el compás 56 a ceder un poco, por lo que crescendos y
decrescendos van y vienen entre los instrumentos, recreando diferentes
atmósferas hasta el compás 63.
En el compás 64 se
cambia nuevamente la métrica a 9/8… un breve instante, para regresar a 6/8 al
compás siguiente. Al compás 73, los maderas y vientos son silenciados con una
indicación de retenido a tempo, hasta
el compás 80. Para el siguiente compás, se cambia a 4/4 con una indicación de un poco más de movimiento y con mucho ritmo, hasta que en el compás 97 se
regresa a 6/8 (tal vez todo esto ocurra a las 10:54 AM, según Saite), un
instante… ya que para el compás 98 se va ahora a 12/8.
La valentía del fortissimo dura hasta el compás 106, donde
se frena a 4/4, luego a 6/8 (compás 107), para regresar a 12/8 en el compás
108, pero ya muy disminuida la animación. Para el compás 116, se retoma el 4/4
con una indicación casi lento. Para
el compás 119, se anima un poco la obra al cambiar a 6/4, aunque recibiendo la
indicación de muy moderado, mantenido
hasta el 128, ya que en el 129 se regresa a 4/4, indicándose esta vez muy lento y pianissimo… para cambiar a forte
y fortissimo al 134.
Lo anterior fue una
preparación para el cierre del movimiento, ya que para el compás 135 se cambia
a 2/4, luego a 3/4 (compás 136), para regresar a 4/4 en los últimos dos
compases y terminar fuerte.
El segundo
movimiento está indicado en Do menor sostenido. Se trata de una magistral
exposición musical del juego de las olas,
con toques colorísticos en las arpas, apoyadas por las percusiones
(glockenspiel, triángulo y platillos). En contraste con los otros dos
movimientos, éste hace el papel de scherzo,
para matizar el formato sinfónico.
Este movimiento es
el más corto de los tres, su indicación está en allegro, en un ritmo muy
flexible. Está dada en 3/4 e inicia en pianissimo,
teniendo una breve interrupción en los compases 9 al 35, donde la métrica marca
3/8.
Finalmente, el
clímax de la sinfonía disfrazada llega con el
diálogo entre el viento y el mar, donde el movimiento perpetuo de la marea
parece interrumpirse con los embates de las inclementes ráfagas de viento,
concluyendo en una verdadera disputa sonora del tema, colmada de una policromía
sin parangón en el arte.
Este tercer
movimiento está indicado como animado y tumultuoso en Do sostenido menor (al
igual que el movimiento anterior). Coincidentemente con Estampas, CD 108, el
tercero de los movimientos lleva un ritmo 2/2. A pesar de las oscilaciones del
viento y del mar, reflejadas en el devenir del sonido, se nota una intención
del autor por ir al incremento desde el inicio del movimiento para terminar en fortissimo (fff) al cierre de toda la obra.
La obra fue
estrenada el 15OCT05 en Paris, con un problema fuerte de integración (en parte
por falta de destreza del directo Camille
Chevillard). Como resultado, la obra no tuvo el impacto inicial que Debussy (y todos) esperaríamos. El mar tendría entonces una pésima
recepción en su primera presentación, dividiendo (como suele ocurrir) al
público y los críticos. Muy en particular, la prensa tuvo comentarios muy duros
y negativos con respecto a la composición del autor.
He escuchado muchas
opiniones interesantes al respecto y considero que muchas de ellas son válidas
como:
·
Incompetencia
del director
·
Obra
vanguardista para su época
·
El
morbo alrededor de su ruptura con Lilly.
Para 1905, la
mayoría de sus amigos sentían empatía (o lástima) por la modelo y ésta sembraba
mucha cizaña. Por su lado, Debussy
abonaba más al morbo al ser ahora amante de la cantante Emma.
Es interesante que
las primeras composiciones de Debussy
se apoyen en la poesía. Posteriormente, se observa un origen en la pintura, tal
como ocurrió en Nocturnos. Tal vez La Mar haya comenzado como un tríptico (como
Estampas)… pero evolucionó mucho
más.
En las décadas de
los 70’s & 80’s hubo un despliegue artístico que rayaba en la competencia
entre las portadas de los discos (LP & CD), donde grupos de rock como Yes, Asia entre muchos otros, presentaban verdaderas joyas pictóricas.
Lo mismo ocurrió
cuando la editora le puso portada a La Mar,
seleccionando una pintura clásica de 1830… pero japonesa, llamada La gran ola de Kanawa, donde se
describe un maremoto (tsunami) y se observa una ola más grande que el propio volcán
de Fujiyama (emblema de Japón).
Es muy probable que
la amplia difusión que tuvo la pintura haya sido precisamente por La Mar.
Existen un sinnúmero
de grabaciones de La Mar, muchas de
ellas altamente recomendables, entre las mismas se pueden contar la primera,
realizada en 1928 por el compositor italiano Piero Coppola. Además, los registros de Toscanini (1935), Mitropoulos
(1950), Richter (1951), Cantelli (1954), Munch (1956), Beinum
(1957, en particular, herederos directos de Debussy,
a través de Mengelberg), Szell (1957), Ansermet (1957), Reiner
(1960), Guilini (1962), Karajan (1964), Stokowski (1970), Martinon
(1973), Haitnik (1976), Sinopoli (1988), Bernstein (1989), Celibidache
(1992), Jansons (2007) y por
supuesto, cualesquiera de las versiones del gran Pierre Boulez (1967 ó 1995).
El esplendor del
mar y sus regocijos están esta monumental obra de Debussy, así como la sugestión de sus misterios y terrores.
Saludos.
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