Saturday, June 29, 2013

Ópera El Conejo y el Coyote, por Víctor Rasgado




Hace una cuantas horas, fue la premier regiomontana para la ópera El Conejo y el Coyote, obra del compositor mexicano Víctor Rasgado.

La obra está basada en 16 imágenes del pintor oaxaqueño Francisco Toledo, siendo compuesta a solicitud del pintor en 1999. Tanto las imágenes como la ópera son basados en un cuento de tradición oral zapoteca.

Es una ópera de un solo acto, con dos detalles a destacar: 
1. el lenguaje es onomatopéyico, tanto en los diálogos como en la música
2. -y más importante- es dirigido al público infantil, algo no muy usual.

En la obra participan tan sólo tres cantantes:
* Campesino (tenor lírico)
* Conejo (soprano)
* Coyote (barítono)

Además, se necesita incluir un narrador que relate el cuento. En algunas representaciones, un actor adicional interpreta al muñeco de cera... pero en la puesta en escena de este fin de semana no es así.





La historia es muy sencilla y narra los avatares de un conejo travieso que comienza robando los chiles a un campesino, quien los cultiva, por lo que lo atrapa mediante una trampa muy simple: un muñeco de cera donde se queda pegado el conejo de pies y manos.

El campesino se lleva el conejo a su casa para cocinarlo; sin embargo, logra engañar a un coyote que peca de inocente... ya que lo sigue engañando en cuatro ocasiones más, de manera muy chusca, para finalmente escapar hacia la luna, desde donde el coyote aún le sigue reclamando con sus aullidos.





Es una forma en que los antiguos mesoamericanos explicaban la razón por la cual los coyotes le aúllan a la luna.

Los tres cantantes se desenvolvieron muy bien en el escenario, con voces muy claras y adecuadas para sus roles, destacando la voz de Manuel Acosta (como el campesino) que aunque fue muy poca su participación, su voz se impuso en el escenario. Por su lado, tanto Ivonne Garza (conejo) como Oziel Garza (coyote) fueron mejores actores que cantantes... y cantaron muy bien.

La obra tiene dos presentaciones más y es imprescindible asistir a alguna de ellas, dada la calidad de la ópera.




Saludos.






Saturday, June 22, 2013

100 años con Paulino Paredes



Un día como hoy, 22JUN13, nace uno de los más grandes compositores mexicanos del siglo XX, al cual los regiomontanos le debemos mucho del empuje artístico actual: Paulino Paredes Pérez.

Paulino Paredes nació en Tuxpan, Michoacán, teniendo como formación musical la parroquia de su pueblo, donde aprendió órgano y formó parte de los coros de ese templo.

A sus 16 años -1929-, la parroquia lo becó para estudiar formalmente música en Morelia, en lo que se convertiría en el Conservatorio de las Rosas, donde recibiría la instrucción académica directamente de su fundador, a quien muchos consideramos como el mejor compositor para órgano del siglo XX, el también michoacano Miguel Bernal Jiménez (el mejor organista fue, sin lugar para dudas, Camille Saint-Saëns, pero como compositor para este instrumento, es muy evidente que el mexicano lo supera).

Obtuvo la Licenciatura en Canto Gregoriano en 1938, siendo acreedor a una beca para continuar con su formación en composición en París, epicentro de los compositores en aquel entonces. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial truncó sus planes. Un dato anecdótico es que regaló todo sus bienes (quemando sus naves, como Hernán Cortés) ante su inminente viaje.

En 1939, Bernal Jiménez funda la revista Schola Cantorum, revista especializada en la música sacra. Desde el segundo número en 1939 hasta el último año de su vida en 1957, Paredes escribió en dicha revista en una sección llamada Mundo Musical; su primer artículo fue dedicado al famoso compositor sacro del renacimiento, Giovanni Pierlugi da Palestrina.

Continuó con sus estudios en el Conservatorio de las Rosas, concluyendo la Maestría en Composición en 1940 (siendo el primer egresado de esta institución) y teniendo como sinodales a dos de los pilares de la composición mexicana: Miguel Bernal Jiménez y Manuel María Ponce. Su tesis fue la Suite Estampas Campestres, la cual tiene actualmente dos versiones, la original para orquesta de cámara y una revisión posterior para orquesta sinfónica. La obra fue interpretada por vez primera un año antes (1939) bajo la batuta del propio autor.

Durante su período en Morelia compone su segunda obra, el ballet Muñecos de Barro (1940). Al año siguiente compone La Danza del Loco, dedicada a su maestro Ignacio Mier Arriaga y su primera obra para orquesta sinfónica, Las Bodas Alegres, como preámbulo de su próximo enlace matrimonial.

Para 1942 se casa y dicha influencia se denota en sus dos obras siguientes: el poema sinfónico El Diluvio de Fuego y su segunda obra para escena, el ballet Las Horas, donde recrea el avanzar de un día a través de sus 4 movimientos: La Aurora, Mediodía, La Tarde La Noche.

Así mismo, asume la dirección de la Escuela Popular de Bellas Artes, responsabilidad que desempeñaría hasta 1946.

En 1944, compone Nino, Cuarteto para la historia de un muñeco, dedicado a su primogénito, nacido un año antes y que fallecería 5 años después en un accidente hípico en Morelia.

En ese mismo año, compone la música para dos obras de teatro infantil: Alí Babá y Piñoncito.

Para 1945, concluye su Maestría en Canto Gregoriano, por el Conservatorio de las Rosas. Una vez terminada su segunda maestría, nos regala una de sus obras maestras: la Sinfonía Provinciana, la cual inmediatamente recibió muchos reconocimientos, muy en especial destaca una mención honorífica por parte de la orquesta sinfónica de Detroit.

En 1947, escribe su Sinfonía Benjamina, la cual integra temas infantiles en sus tres movimientos, ya que es dedicada a sus hijos.

Durante la primera mitad del siglo XX, la composición mexicana siguió la escuela nacionalista, encabezada por Carlos Chávez, con una pequeña variante de enfoque sacro, muy atacada por el propio Chávez, pero que ante la composición de Bernal Jiménez, líder de esta escuela, tuvo que moderar sus ataques.

Durante los 40’s y 50’s, los gobiernos de Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines dieron un apoyo muy fuerte al ballet, convirtiendo a México en potencia para esta disciplina artística… hasta la fecha.

Paredes se unió a esta tendencia, por lo que en 1947 compone su tercer ballet, Almas Oscuras, una de sus creaciones más bellas.

En 1948, Bernal Jiménez fue al estreno de su ópera Tata Vasco, en Viena, comenzando con una gira por las principales casas de ópera de Europa, por lo que Paredes toma la dirección de la Escuela Superior de Música Sagrada en Morelia… sin embargo, el arzobispo de Monterrey invita a Paredes para fundar la Escuela Diocesana de Música Sacra, la cual inicia en enero de 1949. En esta escuela forma el coro La Silla, el cual se dedicó durante años a difundir la música sacra por el radio regiomontano a través de las estaciones XEMR & XET, desde el templo de San Luis Gonzaga. Al final de ese año, hubo una transmisión especial por la Hora Nacional, única ocasión que cantaron en el Aula Magna de la UANL.

Antes de Paredes, la música sacra regiomontana consistía en cantos populares adaptados con temas religiosos. Además, tan sólo existían 3 organistas en la ciudad, por lo que su llegada fue un parte aguas para la actividad cultural.

Mi buen amigo y maestro en historia, el Padre Aureliano Tapia, me comentó alguna vez que el arzobispo Dr. Guillermo Tritschler y Córdova fue un gran apasionado del canto gregoriano, razón por la cual invitó a Paredes.

Entre los seminaristas que tuvieron la transición de viajar a Morelia y seguirse formando en Monterrey con Paredes fueron Alfonso Hinojosa y Roberto Infante, este último continuaría con la labor del compositor.

Mientras que en aquel entonces el objetivo fue formar organistas y cantores para la mejor alabanza religiosa, en estos momentos -2013- no existe un solo órgano funcionando en Monterrey.

En ese mismo año, compone su cuarto ballet, Donajina, una obra en 4 actos, que toma temas musicales y danzas de los ritos propios de la cultura zapoteca.

A su paso por Monterrey, compone sus obras de mayor madurez. Para 1950, escribe su Concierto para Piano, mientras forma el Coro de la Comisión Nacional Bancaria, el cual se apagó después del primer concierto en el Casino Monterrey, donde se interpretaron piezas del propio compositor.

En 1951, crea el Coro del Colegio Labastida y es invitado por la UANL para la cátedra de composición.

Para 1953, crea el Coro para la Sociedad Cuauhtémoc y FAMOSA.

Al siguiente año, escribe su Concierto para Violín, la Suite Los Cuatro Convidados (sus cuatro movimientos representan a los cuatro personajes: El Taimado, El Poeta, La Niña de 15 Años & El Gracioso Ridículo) y su quinto ballet: Espalda Mojada, la Suite para este ballet fue interpretada la semana pasada por la OSUANL en homenaje al compositor.

En 1956 es nombrado Director de la Escuela de Música de la UANL, mientras compone su obra más famosa, el poema sinfónico Cañón Huasteca, conjunto de estampas sinfónicas dedicadas a una de las formaciones montañosas más bellas de Monterrey. La obra fue muy laureada por los grandes compositores Carlos Chávez y Aaron Copland en el festival de Caracas, Venezuela ese mismo año.

El 6 de abril de 1957, la SAT del ITESM presenta la Suite Espalda Mojada bajo la batuta de uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX, Luis Herrera de la Fuente, al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional, transmitiéndose en vivo por la XET desde el Teatro Florida… tres días después fallece el compositor, quien contaba apenas con 43 años de vida.

Paulino Paredes es uno de los más grandes compositores mexicanos del siglo XX y Monterrey no sólo tiene el orgullo de haberlo adoptado, sino que junto con mi maestro el Dr. Jorge Rangel Guerra, es considerado como la base de la vida musical regiomontana actual.

Saludos.


Tuesday, June 11, 2013

Dancer and the Moon, por Blackmore’s Night



Han habido muchas cosas importantes de que hablar en las últimas semanas, como el bicentenario de Richard Wagner, de como Deep Purple sigue explotando al guitarrista más limpio de la farándula -Steve Morse- con su nueva obra Now What!, dedicada al recién desaparecido Jon Lord, o bien, el increíble saltó al origen de composición de Black Sabbath, con su impresionante 13. Sin embargo, el día de hoy el gran maestro de la guitarra, Ritchie Blackmore y su esposa Candice Night proponen su novena obra, Dancer and the Moon.

La primera pieza se denomina I Think it’s going to Rain Today, una pieza escrita en 1966, cuya composición es de Randy Newman. Es interesante que Blackmore se une a la larga lista de artistas que interpretan dicha canción (66 versiones a la fecha, con versiones tan interesantes como Peter Gabriel, Bette Midler o Eric Burdon y tan bizarras como Leonard Nimoy), siendo tal vez la canción con más interpretaciones de todos los tiempos. En el DVD Castles & Dreams del 2005 ya había sido incluida por Blackmore, pero ahora nos presenta una versión en estudio.

En ABR13, tanto Ritchie Blackmore como Randy Newman fueron incluidos en el Salón de la Fama del Rock’n’Roll, razón por la cual Blackmore reconoce a este gran compositor, últimamente conocido por su música para las películas de PIXAR (Toy Story, A Bug’s Life, Monster Inc. & Cars) y más recientemente para Disney (The Princess and the Frog).

A pesar de ser tantas veces interpretada, tan sólo una vez estuvo en las listas de popularidad con UB40 en 1980. La pieza se aleja un poco de la composición renacentista del grupo, pero conserva el singular requinto de Blackmore, siendo lo único que salva la pieza de ser pop.

La segunda pieza, Troika, da inicio con un dueto de guitarra acústica y voz, muy bien acopladas, para caer en la música de danza renacentista que nos tienen acostrumbrados.

La tercera pieza, The Last Leaf, es una muy bella pieza donde voz, guitarra y flauta intercambian solos y trabajo en equipo.

La cuarta pieza, Lady in Black, es una pieza clásica de Uriah Heep, publicada en Salisbury de 1971. La pieza da un inicio que recuerda más a Jethro Tull que al autor original por el dueto de flauta y guitarra… sin embargo, mantiene muy viva la esencia de composición de Uriah Heep. Se trata de un Blackmore tocando para Uriah Heep, en lugar de imponer su tan característico estilo propio.

La quinta pieza, Minstrels in the Hall, es un solo de guitarra muy interesante… un intermezzo entre los dos colosos que acompaña. Ocasionalmente, es incluido un innecesario pandero que empaña la ejecución del maestro en la guitarra.

La sexta pieza, The Temple of the King, es una de las grandes creaciones de Blackmore y Ronnie James Dio, de la primera obra de Rainbow en 1975.

Esta nueva versión aporta elementos no escuchados antes, que la enriquecen de sobremanera (una versión muy superior a la propuesta del Mägo de Oz en La Leyenda de la Mancha de 1998, a pesar de ser un estilo similar); sin embargo, la voz de Dio se extraña en todo momento.

Debo admitir que fue una gran e inesperada sorpresa (ya que hace rato, tan pronto tuve en mis manos la obra completa, la escuché sin reparar en los nombres o créditos de la misma) y me causó mucha emoción redescubrir una de las primeras canciones que interpreté en la guitarra (ya hace algunas décadas), ahora con una nueva y fresca versión.

Justo a la mitad de la obra se encuentra Dancer and the Moon, la pieza que le da nombre a la obra. Se trata de una danza muy sencilla, sin muchas complicaciones, que la guitarra simplemente sigue el tema… hasta en su solo a mitad de la pieza.

La octava pieza, Galliard, es una pieza instrumental muy bien lograda por Blackmore, mucho mejor que el anterior solo en Minstrels in the Hall. La aportación de un corno (algo no escuchado antes) en la instrumentación matiza bellamente con la guitarra.

La novena pieza, The Ashgrove, es una pieza suave donde el dueto de voz y guitarra armonizan muy bien acoplados.

La décima pieza, Somewhere over the Sea (The Moon is Shining), es un parafraseo al antecedente de Blackmore en Rainbow. Muestra la realidad (conciente o inconcientemente) de su nueva creación musical: La luna (Candice Night) imperando sobre el arcoíris (Blackmore), convertido ahora en mar.

La undécima pieza, The Moon is Shining (Somewhere over the Sea), es una evolución de la pieza anterior, donde se mantiene el mismo tema y a pesar del muy triste inicio musical, corrige el rumbo de inmediato, acercándose  al sonido clásico de Rainbow.

La duodécima pieza, The Spinner's Tale, es nuevamente un dueto para voz y guitarra muy bien logrado con una flauta que interviene para sustituir a la voz en dos ocasiones.

A manera de epílogo, Carry On... Jon se convierte en el broche de oro para la obra. Se trata de un justo homenaje al gran compositor británico Jon Lord, gran amigo de Blackmore. La pieza es el epitafio perfecto para el organista, tratándose de una elegía bellísima, cediendo la última cuarta parte de la pieza para que el órgano continúe con el tema propuesto por la guitarra, muy al estilo de los legendarios tiempos en Deep Purple.

Saludos.