Para
1884, Claude Debussy gana el premio más codiciado por cualquier artista
francés, el gran Prix de Rome con la cantata El Hijo Pródigo, CD 61, por lo que
a partir del inicio del siguiente año iniciaría su formación en Roma.
Su
paso por Roma es criticado por muchas personas como un período de improductividad. Otros
lo consideramos como un período de profundo y auténtico aprendizaje, donde tuvo
la oportunidad de conocer a grandes de la música, como Giuseppe Verdi o Franz
Liszt, el maestro de maestros, quien reconoció públicamente el gran dominio que
Debussy tenía para el piano. A diferencia de sus detractores, se trata de un
período de inversión para la música, donde Debussy se enriqueció de
conocimiento para engrandecer la composición que escribiría durante la
siguiente década.
De
facto, sí compondría algunas piezas, pero aparentemente se trata más de cumplir
con los requisitos de permanencia en Roma que una voluntad creativa.
Basado
en la obra de teatro Almansor del poeta alemán Heinrich Heine (tragedia de
1822, la cual pasó sin pena ni gloria... hasta la fecha), Debussy compone
Zuleima, CD 64, una oda sinfónica en 1885.
En
ese mismo año escribe tres canciones más:
CD
|
Canción
|
Poeta
|
65
|
Romance
|
Paul
Bourget
|
66
|
Las
Campanas
| |
67
|
Barcarola
|
Edouard
Guinaud
|
Además
de un ciclo de seis canciones, llamadas Arietes Olvidados, CD 63, dos de los
cuales serían arregladas para orquesta 27 años después.
1. Es el éxtasis, es un lánguido
éxtasis (para orquesta en 1912)
2.
Llora
dentro de mi corazón, como llueve en la villa
3.
La
sombra de los árboles en el río brumoso
4.
Caballitos
de madera: giran, giran, los buenos caballitos
5.
Green:
son las frutas, las flores, las hojas (para orquesta en 1912)
6. Melancolía –Bazo–, las rosas eran
todas rojas
Durante
1886 (año de fallecimiento de su maestro Liszt), no reporta ninguna
composición, pero para 1887 presenta una suite sinfónica llamada Primavera, CD
68, la cual es una muy bella obra para dos pianos y coro. Al igual que los
Arietes Olvidados, haría un arreglo para orquesta y coro 26 años después de
esta obra (1913).
Ese
mismo año, presentaría la cantata La Damisela Escogida, CD 69, del recién
fallecido poeta británico Dante Gabriel Rossetti. La pieza fue re-orquestada
para 1902. En su momento, fue duramente criticada por la academia como bizarra,
sin embargo, se trata de la primera obra que lleva de manera madura su estilo
muy particular de composición.
Al
cierre del año iniciaría otro ciclo de canciones (que terminaría
dos años después), Cinco Poemas de Baudelaire, CD 70:
1. El Balcón
2.
Armonía
de Noche
3.
El
Chorro de Agua
4.
Contemplación
5. La Muerte de los Amantes
Donde
el carácter erótico de su composición no sólo se sigue manifestando, sino
incrementando. La influencia de Richard Wagner en la composición de Debussy se
observa notablemente en este ciclo de canciones, así como en la cantata de La
Damisela Escogida.
Para
1888, compondría la Pequeña Suite, CD 71, una obra para piano a cuatro manos,
la cual sería orquestada para 1907:
1. En barco
2.
Procesión
3.
Minueto
4. Ballet
Para
1889, cerraría su paso por la Villa Mèdicis con una Fantasía para piano y
orquesta, CD 72, tal vez su mejor ponencia en esta etapa de su vida (de los 23 a los
27 años de vida). La pieza denota una influencia muy marcada de la composición
del belga César Franck, así como de su compatriota Jules Massenet (quien estaría en
esos momentos tocando el pináculo de su fama). Es interesante que el propio
Massenet se expresara de esta pieza en particular como “un enigma”.
Debussy
es un digno representante del momento histórico-artístico que atravesaba París,
bellamente plasmado en La Bohemia de Giacomo Puccini: con una vida amorosa muy
turbulenta, aderezada con una vida de nocturna intensa entre cafés y veladas líricas, con profundos
conocimientos de la poesía de sus contemporáneos y un espíritu rebelde hacia la
experimentación continua de su obra.
Su
paso por Roma es el único período de su vida donde no se le conocieron amoríos. Durante su
paso por el conservatorio de París tuvo a su lado a Blanche Vasnier (desde los
18 años) y al regreso de Roma retomó su activa y loca vida amorosa.
Más
allá de su contacto con Liszt o de su profundo aprendizaje de los
italianos del clásico y barroco, la mejor influencia que tuvo Debussy fue
por parte de un joven talentoso (igual que él) quien siempre estaba en la
búsqueda de la innovación y experimentación: Erik Satie, cuya obra es tan
extraña y extravagante que tal vez la única persona que podría semejarse un
poco es Frank Zappa, llegando Satie aún más lejos que Zappa. Satie contagió a
Debussy de esa curiosidad hacia crear nuevas formas… así como a muchos compositores
más.
Satie
fue el creador original del impresionismo, sus Gimnopedias datan de 1888, siendo
el propio Debussy quien se las orquestó años después y, al igual que el propio Satie, son
conocidas por todo el mundo, sin saber su nombre o autor, ya que aparecen en muchas
películas, series y demás elementos de difusión (tal vez su uso más difundido
es con la serie televisiva Expedientes X).
Además,
creó el minimalismo, tan utilizado por nuestros contemporáneos Pierre Boulez, Steve
Reich o el gran Phillipe Glass.
También
creó el serialismo, que evolucionaría en la música atonal de Arnold Schoenberg,
Alban Berg, Igor Stravinsky, Dmitri Shostakovich, Benjamin Britten y claramente
notoria en la Sinfonía 10, Adagio (inconclusa) de Gustav Mahler.
El
famoso compositor francés Darius Milhaud alguna vez expresó sobre Satie: “Es un
auténtico profeta de la música que se va a componer dentro de 50 años”.
Definitivamente
que el paso por Roma de Claude Debussy fue altamente productivo, más allá de la
opinión adversa tan difundida.
Saludos.
No comments:
Post a Comment