Un pobre leñador, todo cubierto de ramas,
bajo el peso del bulto, así como de sus años,
gemía, se encorvaba y arrastraba la pisada
tratando de llegar a su tejabán ahumado.
Finalmente, sin tener fuerzas (y por dolor),
deja en el piso el manojo y piensa en su desgracia,
-“desde que llegué al mundo, ¿he hallado dicha u
honor?
si esta esfera sólo crea pobres e ignorancia.”-
-“A veces no hay pan, pero nunca se holgazanea.”-
Su esposa, sus hijos, los soldados, los impuestos,
el eterno cobrador y las arduas faenas
son la inspiración para una pintura sin sueños.
Solicita la Muerte y ella viene sin tardanza,
ante su demanda, pregunta qué puede hacer,
-“Este… digo… mira abusando de la confianza,
ayúdame a cargar la madera, no hay que ser…”-
La muerte es una solución a la vida hostil,
pero no nos satisface desde donde estamos,
ya que preferimos sufrir antes que morir,
es justamente la divisa del ser humano.
Traducción poética a la fábula de Jean de la Fontaine.
Saludos.
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