Nos duele tanto, tanto
sobre su tumba fría,
que se transforma en llanto
al dar el mediodía.
Se ensordece la voz,
se enralece la calma,
se empalidece el alma
al recordar los dos
la partida precoz
de nuestro tierno encanto,
aquí en el camposanto
se abre la cicatriz
que no cerró de raíz,
nos duele tanto, tanto.
A mitad de jornada,
la falaz distracción
se canta en oración,
en súplica asociada
a la triste pavada,
se le implora a María
por su santa vigía,
por ese ángel del Cielo
que nos mantiene en duelo
sobre su tumba fría.
El trabajo fecundo
no borra su sonrisa,
percibir su ceniza
trastoca nuestro mundo
en menos de un segundo,
al recordar su canto,
se rasga nuestro manto
por el hondo dolor
desmoralizador,
que se transforma en llanto.
A mitad de jornada,
el fruto del trabajo
te oculta por debajo,
pero tu urna sagrada
traspasa cual espada,
cercenando eufonía
con creces de agonía;
todo por engañar
nuestra pena y rezar
al dar el mediodía.
Saludos.
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