El día de ayer -29MAR13-, el proyecto de Tobias Sammet llamado Avantasia propone su sexta obra: The Mistery of Time.
Un
detalle interesante de esta obra nueva es el apoyo de la Orquesta de Películas Alemanas Babelsberg, una orquesta nacida hace
20 años -1993- para musicalizar en vivo películas clásicas del cine mudo alemán, en
particular de la empresa Babelsberg
(como la famosísima Metropolis,
entre otras). No es la primera vez que Sammet
se apoya en esta orquesta, ya que con Edguy
participaron en su obra del 2004, Hellfire
Club.
Nuevamente
lo acompañan en la obra como músicos de base Sascha Paeth y Michael
Rodenberg (Miro) en la guitarra y
teclados respectivamente, siendo Paeth
el productor de la obra (como en Epica, Rhapsody –donde
también participa como guitarrista–, así como de muchos otros grupos).
Por
primera ocasión, los acompaña en la batería el británico Russel Gilbrook de Uriah Heep.
Se trata de la tercera obra temática, donde el
tema es sobre un joven hechicero que vive en un pueblo encantado de
Inglaterra quien emprende un viaje espiritual para explorar el gran misterio
del tiempo. Por cierto, toda la música es composición exclusivamente de Sammet, quien canta y toca el bajo en
todas las piezas.
La
obra inicia con Spectres, donde sus primeros
compases muestran una introducción de corte épico, tras el cual prosigue un
tema con un ritmo sencillo, pero plagado de fuerza con una voz excepcional: Joe Lynn Turner, adaptando el tono al
momento del tema, resultando con un tema magnífico.
Para
la segunda pieza, The Watchmakers Dream,
repite el dueto con Turner. Se trata
de una verdadera obra maestra, con coros interesantes y un solo de guitarra sensacional
a mitad de la pieza del holandés Arjen
Anthony Lucassen del similar proyecto Ayreon quien muestra un acoplamiento
estupendo con Paeth.
A
continuación, se muestra la tal mejor pieza de la obra, Black Orchid, es de esos temas que emergen una vez cada mucho
tiempo, un tema sumamente completo, con mucha potencia (desde el inicio),
contando con la guitarra de Bruce Kulick,
del legendario grupo Grand Funk Railroad
y miembro importante de Kiss durante
su etapa “desenmascarada” (1984-1997).
Definitivamente
que se trata de una pieza que va al arcón de las obras clásicas, donde el
acompañamiento de la Orquesta Babelsberg
es muy importante y sobre todo, la potente aportación en la voz del británico Biff Byford, legendario vocalista de Saxon.
La
cuarta pieza, Where Clock Hands Freeze,
da inicio con un segmento orquestal magnífico, como bello preludio para el
inicio de la pieza, recordando los primeros trabajos de Avantasia. Ahora toca el turno al siempre presente guitarrista alemán
Oliver Hartmann (guitarra principal
en Edguy y Rhapsody). Es una pieza altamente representativa de la obra de Sammet, donde ahora se disfrutan los
agudos y la nítida voz del impresionante cantante teutón Michael Kiske de Helloween
(que contrasta en mucho con la voz de Sammet).
La
quinta pieza, Sleepwalking, es una
especie de balada rítmica donde Sammet
se vuelve a apoyar en la dulce voz de la alemana Cloudy Yang, aunque se le dio una mejor oportunidad para su voz en Symphony of Life de su obra Angel of Fire -2010-. A pesar de ser
una excelente composición, no encaja con el nivel de composición del resto de
la obra.
Comenzando
la segunda mitad de la obra, Sammet
recupera el nivel con Savior in the
Clockwork. La pieza es la más larga de la obra, con poco más de 10 minutos
de duración, donde Sammet puso todo su
arsenal de composición para compensar su resbalón anterior. Kulick vuelve a lucir su guitarra, pero
lo más impresionante ocurre en la parte vocal, donde Sammet se apoya en tres cantantes:
Turner, Kiske & Byford, donde
cada quien tiene oportunidad para explayar sus mejores talentos... es increíble
escuchar a las tres legendarias estrellas cantando con la orquesta: uno de los
mejores momentos de la toda la obra.
La
séptima pieza, Invoke the Machine,
recuerda en mucho a la composición en Edguy,
en parte por la guitarra de Hartmann,
que se hace presente en esta pieza. Ahora la parte vocal nos sorprende con Ronnie Atkins, principal vocalista del
legendario grupo danés Pretty Maids,
quien se dio tiempo para cantar en esta pieza, ya que estaba en la realización
de su décimotercera obra Motherland.
El
corte es muy drástico de Invoke the
Machine, para dar inicio a otra balada rítmica llamada What’s Left of Me. A diferencia de Sleepwalking, esta pieza sí está a la altura de composición de la
obra, es sumamente bella, con unos temas que envuelven al oyente, atrapándolo
de principio a fin. La pieza da inicio con un dúo de cello y piano para
enmarcar la magnífica voz de Eric Martin,
vocalista de Mr. Big, siendo de lo
más acertado para este tema. Lo más maravilloso de la pieza es que Sammet se hace a un lado para que la voz de Martin se luzca, participando muy poco y con coros de apoyo. La
pieza cierra tal como inició: con cello y piano.
Después
de tomar un poco de aire, se recupera la fuerza en la novena pieza Dweller in a Dream. Nuevamente se luce
la mancuerna de Kiske con Hartmann.
El
cierre de la obra es simplemente espectacular, donde la décima pieza es precisamente la que lleva el
título de la obra: The Great Mystery.
La pieza contiene todos los recursos de Sammet,
como típicamente se dice: tiró la casa por la ventana. Un tema con magníficas
orquestaciones, grandes despliegues vocales (Turner, Byford y ahora el
también británico Bob Catley de Magnum). Justo a mitad de la pieza, un
silencio y el cambio de velocidad dan la impresión de ser el cambio para otra
pieza, pero realmente es el broche de oro para toda la obra.
Valió
la pena esta espera de casi tres años por una obra de este nivel.
Saludos.
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