La
ceguera de la rutina
oculta
la propia ignorancia,
engatuzando
en su constancia
a
la empañada y gris vitrina.
Al
permanecer en la estancia
de
la pasividad cretina,
se
nubla obscura la retina
con
cínica preponderancia.
Se
tiene que apagar el horno,
tomar
aire y redescubrir
las
maravillas del entorno.
El
secreto del buen vivir
no
está en el brillo de un adorno
sino
en admirar y sentir.
Saludos.
Una medalla para mi buen amigo, investigador y explorador: